lunes, 15 de junio de 2015

Sendero Igueste de San Andrés- Playa de Antequera.

Es de noche aún, el reloj marca las 6.40 de la mañana y comenzamos a patear; nuestro destino es La Playa de Antequera, una de las playas más hermosas y vírgenes de Tenerife, debido a que solo se puede acceder a ella caminando o en barco.

La subida es dura; muchos tramos tienen una inclinación de 26º y por ello es necesario hacer varios descansos cortos para beber agua y tomarnos un respiro. Nuestro objetivo es llegar a la cima antes de que salga el sol para así poder disfrutar de un hermoso amanecer desde lo más alto de la cumbre.

Una hora después de empezar la caminata, llegamos arriba, y desde arriba, vemos el espectáculo; el sol comienza su habitual ascenso desde el horizonte emitiendo rayos por doquier. No hay palabras, es algo espectacular, digno de ser vivido.

 Comienza a amanecer en la cumbre.

 La cabra no quiere perderse el espectáculo.

 Amanece sobre Santa Cruz.

 Primeros rayos de sol sobre la cumbre.

Comenzamos la bajada del barranco; aún nos quedan unas 3 horas de duro andar antes de llegar a Antequera.








Llegamos al final del barranco y ya comenzamos a divisar unos paisajes de ensueño.





Y por fin, después de cerca de cuatro horas de duro pateo y de alguna caída que otra en el barranco, el sueño de bañarnos en estas aguas vírgenes, se hace realidad.
Zambullirse en estas aguas limpias y transparentes de color azul intenso y el caminar sobre su arena natural es una experiencia maravillosa; un sentimiento de libertad y felicidad nos invade.

  


 



Aún nos queda la vuelta. Comenzamos la subida. Hemos caminado un centenar de metros y alguien se dirige a nosotros. Nos dice que a cambio de un euro nos da una cerveza fresquísima...; irresistible el ofrecimiento. Nos informa mientras tomamos tan refrescante bebida que hay un "water taxi" que se dedica a transportar viajeros y que está a punto de llegar; varias reflexiones sobre ello hicimos...y al final la decisión de volver en barco, y la verdad, que la acertamos, ya que el poder ver la costa de cerca desde la embarcación hasta Las Teresitas fue una experiencia maravillosa; grandiosos y abruptos acantilados, pequeñas playas de arena, cuevas..., otro espectáculo más pudimos observar.




Y el final, que tenía que haber sido a pata desde Antequera hasta Igueste de San Andrés, tuvo otro muy distinto e inesperado: Las Teresitas. A veces lo imprevisto se torna en aventura. Y así ha sido, una aventura que comenzó muy temprano y que no ha terminado ni terminará, porque es de esos días que perdurarán... para siempre.
Antequera, "donde rompen las olas".